¡Hola a todos! Si me siguen de hace un tiempo, es probable que piensen que me volví un poco loca, ya que reseñé este libro hace bastante tiempo, gracias a un préstamo que me hicieron, y como dije en ese momento, se sumaba a mi lista de libros a adquirir. No creo que se sorprendan al saber que cuando las chicas de Océano ofrecieron la reedición como material de prensa, yo no dudé en pedirlo. Y ahora, toca la re-reseña.
Autora: Michelle FalkoffAño de Publicación: 2015Páginas: 287Editorial: Del Nuevo ExtremoISBN: 978-987-609-597-6Sinopsis: Para entender lo que pasó con su mejor amigo Hayden, Sam tiene que confiar en la lista de canciones y en su memoria. Pero cuanto más escucha se da cuenta que su memoria no es tan confiable como creía. Especialmente cuando alguien que pretende ser Hayden le manda mensajes enigmáticos, al mismo tiempo que comienza una serie de ataques contra los matones que le hicieron la vida imposible a su amigo.Sam sabe que tiene que enfrentar lo que ocurrió esa noche. La única manera: quitarse los auriculares y abrir los ojos a las personas que lo rodean (incluyendo una chica excéntrica e impredecible, también llena de secretos) para poder desentrañar la historia de su mejor amigo.
Y quizás llegar a cambiar la suya propia.
¡Muchas gracias a Editorial Océano por el ejemplar!
Opinión personal
Esta creo que es mi primera vez haciendo una re-reseña. Sin embargo, tengo que primero comentar algo: los libros propios tienen otro gusto. No sé porqué, pero disfruté más esta historia ahora que la leí en mi propio ejemplar (aún cuando creo que le puse una estrella menos en Goodreads). Pero se me hizo más llevadera, y fue precioso reencontrarme con esas hermosas canciones que tenía en la playlist que había hecho la primera vez que leí este libro. En especial con Mad World, una canción que me gusta cada vez más y que se repite en otras playlist. Así que se las dejo ahora para musicalizar la reseña (en la versión que más me gusta, sorry not sorry).
Si hay algo que sé que necesito en mi vida, son los demás libros de la autora. Como dije, tiene un estilo sencillo, pero que a la vez cautiva sin duda alguna. Literalmente: las páginas vuelan con ella, y sin importar en cansancio que anoche tenía en la vista o el sueño que tenía, me quedé hasta terminarlo, aún a pesar que ya lo había leído una vez con anterioridad. Es una historia así de maravillosa, que produce una sinergia junto con las canciones elegidas para cada capítulo, muchas que conozco desde hace años (aun antes de la primera lectura), y les daba un nuevo significado, a la vez que otras tantas nuevas que apenas si escuché desde la primer lectura del libro, pero que me maravillaron por segunda vez, al igual que la historia.
El suicidio adolescente en Argentina tiene una tasa de 7,2 cada 100.000 habitantes, incluso más que la tasa de homicidios, y no creo que nadie sea ajeno a los titulares que narran cuantos chicos y chicas de nuestro país terminan tomando la terrible determinación de acabar con sus vidas, o de al menos intentarlo. Todos conocemos al menos un caso, aunque quizás no sepamos los motivos, de alguien que quiso quitarse la vida. Y es por eso que este tipo de libros debería ser más importante, y creo que si algo le falta es una reflexión un poco más positiva sobre el tema, y el número de una línea de prevención del suicidio para cada país donde es distribuido, pero no por eso deja de ser útil para hablar de un tema que no debería ser tabú, sino que debería ser posible discutirlo en múltiples ámbitos, en especial en las escuelas, indistintamente o no que hayan casos autóctonos (y si los hay, más aún, porque la culpa suele ser una epidemia en los que viven). Otras historias similares y que recomiendo son: It's kind of a funny story, de Ned Vizzini; Yo estuve aquí de Gayle Forman; y Las ventajas de ser invisible, de Stephen Chbosky. Y, obviamente, si alguna vez necesitan hablar, pueden encontrarme en todas las redes sociales de la derecha, y soy buena escuchando. Siempre pero siempre hay una opción y una salida que los mantenga con vida. Son únicos, y les juro que se puede salir. Que el sol sale siempre, aún cuando está nublado. Y que si necesitan alguien para recordárselo, pueden contar conmigo.
Sam es un chico que se ve sorprendido por la decisión de su amigo Hayden de quitarse la vida, con la desgracia de encima ser quien lo encuentra primero. Se quedó con una disculpa en la garganta, y con la culpa en todo el cuerpo, y se ve embarcado en una búsqueda a través de la lista de canciones que le deja su mejor amigo para que "entienda". Una misión casi imposible, digamos. Pero, poco a poco, une las piezas del rompecabezas acerca de lo que sucedió esa noche, y descubre que la culpa es relativa.
Cruza su camino con Astrid, una enigmática y particular chica, que usa extensiones de colores distintos cada día, y que parece conocer mas de Hayden de lo que está dispuesta a revelar. Ella lo introduce en un nuevo mundo, que le enseñará a Sam que no siempre estará solo. Y esto es muy importante, porque la culpa mucha veces nos aísla y nos hace sentir incomprendidos por el resto, y son momentos en los que no deberíamos estar solos. Perder a alguien es difícil, y cuando necesitamos buscar culpables porque no encontramos explicación, como dice Sam, es mucho más fácil culparse a uno mismo.
El final, como dije en mi primera reseña, es justo. Sigo con duda de algo (no lo digo para no spoilear), pero como no tengo forma de comprobarlo, salvo que Michelle me atienda el teléfono para escucharme en inglés indio preguntarle lo que me quedó la duda, seguirá en duda eterna. Pero concluyendo: es un libro precioso, único. Que vale la pena 100%. Y que, por sobre todas las cosas, tienen que saber que no están solos. Cuentan conmigo y muchos más.
Sam es un chico que se ve sorprendido por la decisión de su amigo Hayden de quitarse la vida, con la desgracia de encima ser quien lo encuentra primero. Se quedó con una disculpa en la garganta, y con la culpa en todo el cuerpo, y se ve embarcado en una búsqueda a través de la lista de canciones que le deja su mejor amigo para que "entienda". Una misión casi imposible, digamos. Pero, poco a poco, une las piezas del rompecabezas acerca de lo que sucedió esa noche, y descubre que la culpa es relativa.
Cruza su camino con Astrid, una enigmática y particular chica, que usa extensiones de colores distintos cada día, y que parece conocer mas de Hayden de lo que está dispuesta a revelar. Ella lo introduce en un nuevo mundo, que le enseñará a Sam que no siempre estará solo. Y esto es muy importante, porque la culpa mucha veces nos aísla y nos hace sentir incomprendidos por el resto, y son momentos en los que no deberíamos estar solos. Perder a alguien es difícil, y cuando necesitamos buscar culpables porque no encontramos explicación, como dice Sam, es mucho más fácil culparse a uno mismo.
El final, como dije en mi primera reseña, es justo. Sigo con duda de algo (no lo digo para no spoilear), pero como no tengo forma de comprobarlo, salvo que Michelle me atienda el teléfono para escucharme en inglés indio preguntarle lo que me quedó la duda, seguirá en duda eterna. Pero concluyendo: es un libro precioso, único. Que vale la pena 100%. Y que, por sobre todas las cosas, tienen que saber que no están solos. Cuentan conmigo y muchos más.
Frases preferidas
- ¿Pero cuál era el punto de decir todas esas cosas? Todos podían pretender que les importaba, pero ya era tarde.
- Te van a decir un montón de cosas. Algunas van a ser útiles, otras van a ser molestas, y muchas te van a sacar de quicio. Pero te las dicen porque otras personas se las dijeron a ellos, o porque descubrieron que son de ayuda al perder a alguien. Tienen buenas intenciones.
- No creo poder dejar de culparme nunca, pero también sé que es más fácil culparme a mí mismo que al resto, y espero algún día conseguir algo de paz.
Recomendado
Si te gustaron los libros que mencioné arriba o Buscando a Alaska.
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