Nosotros después de las doce, de Laia Soler

¡Hola a todos! Tomándome este sábado del estudio por diversos motivos (uno de ellos que tuve que hacer cosas para la casa), aprovecho a traerles la reseña de este libro que si bien leí antes que La heredera, lo reseño después por dos motivos: uno para separar mis sensaciones para con el cuarto libro de la saga La selección y otro para dejar que las, una vez más, maravillosas palabras de Laia se asentaran en mi mente. Es un libro increíble, que espero todos tengan el gusto de poder leer. 

Título: Nosotros después de las doce
Autores: Laia Soler
Año de Publicación: 2016
Páginas: 315
Editorial: Ediciones Urano (bajo el sello Puck)
ISBN: 978-950-788-262-3
Sinopsis: Aurora vive en Valira, un pequeño pueblo situado entre montañas. No cree en los cuentos de hadas, pero sí en la magia. Al fin y al cabo, Valira debe su nombre a una reina feérica. Dice la leyenda que la sangre de las hadas aún corre por las venas de sus habitantes, que el pozo del pueblo alberga el espíritu de la reina y que el antiguo carrusel de la plaza posee poderes extraños. No, en Valira nadie se atrevería a negar la existencia de la magia.La víspera de San Juan, la noche más mágica del año, la mejor amiga de Aurora, Erin, regresa al pueblo después de dos años viviendo en la gran ciudad. Y con ella vuelve Teo, su hermano gemelo, cuya presencia Aurora prefiere evitar. Pero la mirada de Teo no es tal como ella la recordaba, ni su pelo, ni su sonrisa. Y cuando el más poderoso de los sentimientos asoma entre los dos, Aurora empezará a dudar de si acaso estará viviendo la segunda parte de una historia de amor olvidada o... no.Con una voz potente, actual y profundamente evocadora, Laia Soler teje una historia salpicada de magia que nos arrastra por las turbulentas aguas de la memoria, el dolor y el amor para reflexionar sobre todo aquello que nos une, nos separa y nos hace crecer como personas.
¡Muchas gracias a Ediciones Urano por el ejemplar!

Opinión Personal

Estaba realmente ansiosa por recibir este libro y poder ponerle mis manitos encima. Después de haber leído Heima, sólo puedo esperar grandes cosas de Laia, por lo que apenas me enteré que esta obra suya se había editado, comencé a sentirme ansiosa por leerla y meterme de lleno en otro mundo fantástico donde sabía que de una forma u otra me iba a sorprender, y que era mejor no esperar o suponer nada de la historia porque de seguro que me iba a equivocar. Es hermoso cuando nos sumergimos en una historia medio a ciegas, porque la magia que encierre no tiene un límite impuesto por nuestra imaginación.

¿Qué puedo decir de la escritura de Laia que no haya dicho con Heima? Es asombrosa. Es, simple y sencillamente, fantástica, gloriosa. Hay autores a los que la narración en primera persona les sale de una forma absolutamente natural, y encima son capaces de crear personajes principales sumamente interesantes que no pueden aburrirnos como narradores. Sobra decir que Laia Soler es uno de estos autores. Es, y me atrevo a decirlo aunque parezca demasiado pronto, una de mis autoras preferidas en habla española: con un ritmo sumamente atrapante en sus historias, sembrando el suspenso sobre cosas que parecen estar a la vista de todos, develándonos pequeños trozos de lo secretos, lo justo y necesario para satisfacer al lector pero dejarlo sediento por más. Todo eso con una trama que enamora, y es capaz de quedarse en el corazón de quien se atreva a atravesar sus páginas. Los libros de Laia son como el mismo amor: peligrosos de internarse dentro, que prometen varias lágrimas pero que llenan de color nuestro corazón. Suena cursi, pero así es como me siento.

En cuanto a la historia, no sabía muy bien que esperarme de ella, más que una gran sorpresa, como ya dije. No había forma de prepararme para el toque de magia que imprimiría Laia en estas páginas, que estaba tan separado de lo que fue Heima. Es increíble como puede construir una historia tan realista con tanta fantasía a la vez. Uno puede compenetrarse fácil en el relato, que parece algo que a cualquiera le puede ocurrir, una historia muy conocida, pero, tan pronto como entra en juego la magia, todo el mundo parece dar una vuelta de 180º y lo que nos parece conocido adquiere otro cariz completamente inesperado. Esta novela logra cautivar a pesar de que la situación parece hasta cliché: lo hemos visto, lo hemos escuchado, pero tiene ese tinte único que da vuelta todo y lo transforma. Una vuelta de tuerca, un poco de polvo de hada o el toque de una varita mágica, como quieran llamarle, hace que esta historia que aparenta poco trascendental se convierta en algo muy especial, al menos para mí. 

De más está decir que para construir tamaño narrador se necesita construir un personaje igual de maravilloso o más detrás. Aurora es una adolescente que se ve cuestionada por muchas cosas, y con quien me sentí muy identificada. El amor que tiene por su abuelo, la preocupación que la llena por la salud de quien considera además como un amigo, un segundo padre, una gran parte de su alma realmente logró atravesarme. Su pasión dormida, su necesidad de soltar lo que encierra dentro, su amor por si misma, que aunque le haya obligado en cierto modo a construir una coraza, la convierten un personaje sumamente entrañable. Su abuelo es uno de mis personajes preferidos: el amor que tiene por ese carrusel al que le dedica su vida, su necesidad por ver las sonrisas en los pequeños, por despertar la magia de esos momentos lúdicos me conmueven. No puedo dejar de mencionar a Teo, quién en cierta forma complemente a Aurora, junto con su cabellera pelirroja (que comparten), sus sueños, su forma de ver la vida, su necesidad del hogar y su amor por su hermana Erin. 

El final me hizo lagrimear mucho, y al dar vuelta la última página no pude menos que sonreír y abrazarme al libro. No, no es Heima, pero es casi tan mágico, y les prometo que encontraran una lectura que los asombrará y que se quedará con ustedes por mucho tiempo. Plus: la edición es absolutamente preciosa.

Frases Preferidas

• Tarde o temprano, todo lo bueno termina.

• Si lo eres, lo eres, Aurora. Hay que abrazar lo que somos.

• Desde donde estamos, todos somos el centro de nuestro universo, y creemos que las desgracias no llegan hasta nosotros. Hasta que sucede, vivimos en un paraíso donde nos encontramos protegidos. Cuando el espejismo se rompe, ese sentimiento de tranquilidad desaparece y deja un vacío que se llena de miedo e inquietud. Dejamos de sentirnos a salvo, porque a partir de ese momento somos conscientes de que nunca lo estuvimos. 

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