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miércoles, 6 de junio de 2018

Amor, odio y otros filtros, de Samira Ahmed

¡Hola a todos! Tengo sueño, estoy cansada y tengo hambre, pero me siento inspirada y con ganas de traerles esta reseña. Los advierto: tenía muchas expectativas con este libro y... lamentablemente no las cumplió. Espero que de todas formas se decidan a darle una oportunidad y lo vean por ustedes mismos, quizás las cosas que a mi me molestaron a ustedes no les afecte. 


Título: Amor, odio y otros filtros
Autor: Samira Ahmed
Año de Publicación: 2018
Páginas: 272
Editorial: Del Nuevo Extremo
ISBN: 978-987-609-715-4
Sinopsis: Maya Aziz está dividida entre dos futuros: el que sus padres esperan de su buena hija india —es decir, permanecer en Chicago y ser emparejada con un joven musulmán “adecuado”—, y el que ella desea: ir a la escuela de cine en Nueva York, reírse con su mejor amiga, hacer documentales y salir con un chico que apenas conoce, y escabullirse con sus clases privadas de natación en un estanque secreto. Pero mientras lucha entre la elección de sus padres y sus propios deseos, su mundo se ve sacudido por un horrible acto de terrorismo cuando un suicida, que también se apellida Aziz, ataca en el corazón de Estados Unidos y amenaza con alterar el curso de su vida para siempre. ¿Qué le sucede a una familia musulmana cuando su comunidad es consumida de repente por el odio y el miedo?
¡Muchas gracias a Editorial Océano por el ejemplar! 


Opinión personal

Cuando vi este libro, inmediatamente me recordó a El Odio Que Das, un libro que me fascinó y que me pareció una buena representación de la sociedad afroamericana, uno que coincidía con las muchas noticias, y con muchos otros relatos realistas acerca de lo que significa "ser de color" en la sociedad norteamericana, frecuentemente invadida por conductas racistas, y cuya tolerancia a estas personas aún presenta diferencias de latitudes, siglo y medio y un poquito más después de la guerra civil norteamericana. En este libro, se trataba también un tema actual de discriminación, como lo es el prejuicio existente hacia todos los musulmanes o originales de oriente, con su piel algo más oscura, propia de muchas personas de diversas nacionalidades e incluso diversos credos. O por lo menos, eso prometía la sinopsis. 
Siendo la primera novela de Samira Ahmed, tengo que dejar en claro que es evidente que le faltó una edición o alguien que la aconsejara a la hora de rellenar vacíos. Sacando el último tercio del libro, cada capítulo aparecía desconectado del anterior, pronto de la nada la protagonista tenía una cita, pero nunca habíamos visto el momento donde la invitaron. Iba al colegio, y de pronto estaba en la librería trabajando. Se entiende que hay escenas que no se han narrado porque no eran importantes para la trama, pero no deja de ser molesto que se narre solo lo estrictamente necesario. A veces, el relleno es importante para darle continuidad, aún sin necesidad de ser muy detallista en esos momentos que quedan perdidos. Tengo otras críticas con respecto a la autora, pero son de otro tipo de índole. Si bien comprendo que la experiencia de pertenecer a una etnia/religión/nacionalidad distinta es personal y, por ende, intransferible, siento que en este caso no está demasiado bien representada. Es como que insinúa más de lo que muestra, además que algunas escenas (las que de hecho son francamente representativas) parecen copiadas de Bend it like Beckam (si no la vieron, aprovechen a ver a un Jonathan Rhys Meyers jovencito, hermoso, previo a su problemirijilla con el alcohol). 
Otro punto que me disgustó mucho es que todo conflicto se arreglaba en menos de 10 páginas desde el momento en que era planteado. No había nada que se mantuviera por mucho tiempo, y no quiero explayarme demasiado para no dar spoilers, pero me pareció bastante aburrido. No llegabas a empatizar con el disgusto de la protagonista frente a un conflicto en particular que ya estaba resuelto. Después, incluso, en una parte se reviven conflictos, como si la autora se diera cuenta que se le caía la trama.
La historia trata, según la sinopsis, de las dificultades que encuentra una chica indio-musulmana para poder vivir la vida al estilo yanqui (libre de toda regla dada por los usos y costumbres de su propia cultura y religión, el sueño americano), que se ven aumentadas cuando ocurre un atentado, cuyo supuesto responsable es alguien con quien ella comparte apellido. ¿Suena interesante? Bueno, lamento informar que eso pasa después de la mitad del libro, básicamente. La primera mitad es todo su lloriqueo para definirse si seguir lo que sus padres dicen y casarse con un chico de su misma cultura y estudiar una carrera tradicional, o si dar rienda suelta a sus sueños y noviar con un muchacho norteamericano y estudiar cine. Básicamente, la primera parte es la historia de una adolescente con un dilema demasiado irreal, ya que todo el tiempo plantea una especie de desprecio hacia la propia cultura, cosa que me resultó bastante molesta. En tiempos donde ser distinto significa escapar de la regla, ella sólo quiere mimetizarse con el proyecto del sueño americano, como si la hubieran educado fuera de la cultura en la que supuestamente está inmersa. Yo me imagino como se pudo haber sentido una adolescente indio-musulmana que decidiera leer este libro, pensando que por primera vez en la vida se iba a ver representada en sus vivencias por una protagonista, y descubrir que, básicamente, era una yanqui viviendo en la casa de dos indios-musulmanes, con repetivos desprecios hacia la cultura, la comida, los olores propios de la casa, como renegando de la propia identidad, como si fuera algo malo. 
Ustedes diran "la propia identidad no debe ser un obstáculo para obtener tus sueños", y si, en parte tienen razón, pero nada quita que es una situación manejable. Pero la protagonista desprecia constantemente su propia cultura, aún cuando no es algo que le signifique un obstáculo, más que con respecto a los prejuicios sociales. Como si todo lo que identificara su cultura fuera algo a lo que se debiera esconder, de algo de lo que se debiera escapar, como si tener una cultura no autóctona fuera algo inmoral o una limitación de algún tipo, lo que no deja de extrañar, más teniendo en cuenta que desea irse a vivir a New York, probablemente la ciudad más diversa del mundo, cultural y étnicamente. 
Hablando de Maya, y no porque me guste darle palazos, tiene aristas interesantes. Su amor por la cámara y el mundo del cine es fantástico, y más de una vez comprendemos su necesidad de esconderse para pasar desapercibida. Pero, por otro lado, tiene una capacidad de resilencia casi inexistente, y no es muy ducha enfrentando problemas de ningún tipo, lo que propicia muchas veces reacciones completamente irracionales. Habiendo acabado con la protagonista, permítanme hablarles de Phil, el muchachito que la tiene loca loca de amor, un, obviamente, yanqui hecho y derecho, que cumple con todas las condiciones: es deportista, tiene futuro probablemente con una beca, es comprensivo, dulce, tierno, adorable y tan perfecto que da asco. Después, tenemos a uno de los personajes que más disfruté, Kareem, quien creo que representa mucho mejor a la cultura indio-americana que Maya, aunque sus intervenciones fueron bastante breves. Hina, la tía de Maia, es una visión interesante sobre la forma de vivir la cultura sin renegar del origen pero tampoco viéndose limitado por el mismo. Por último, los padres de Maia son dos ciudadanos indios de nacimiento, que se mudaron a Estados Unidos para tener un mejor futuro y que su familia lo tuviese también. Son bastante estrictos con la cultura, por lo menos según Maia, pero no puedo dejar de pensar que si fueran tan estrictos como Maia dice, ella no hubiera tenido la libertad de pensamiento para rechazar algunas cosas elementales de su cultura. No sé, medio rara toda la cuestión.
El final queda colgado en el medio de la nada, y se parece bastante a una copia del final de Crepúsculo; y se completa todo con un prólogo tibio que no da mucha idea acerca de como realmente se resuelve todo. Deja demasiados hilos sueltos, y si bien algunas cosas se insinúan, otras tantas son dejadas flotando, como si fuera a haber una segunda parte o, peor, como si las ideas se le hubieran acabado a la autora a la hora de terminar la historia. En fin, termina de forma bastante floja. En conclusión: una lectura interesante, pero que queda a medio camino con todo lo que promete. 

Frases preferidas

¿Vieron que algunas personas tienen una mirada que sonríe? La suya baila.
Sonrío, pero siento una puntada de tristeza. Yo no tengo esos momentos Kodak con las aventuras de mi propia niñez. Simplemente no crecí así.
Pero todos tenemos secretos, esperanzas que quedan por dentro bajo llave, atrapadas detrás del miedo a la opinión del mundo.

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